El calvario de Borghi y Cappa
Por Matías Baldo para Ticespor
Un triste y desolado Borghi reposaba en silencio sobre los carteles publicitarios, atónito, cabizbajo, incrédulo por el impensado y agónico desenlace que había tenido el partido frente a Lanús, en la mismísima Bombonera. Dos horas más tarde, un desaforado Ángel Cappa explotaba ante Sergio Pezzota, insultándolo por una decisión que el entrenador Millonario consideraba injusta.
Dos reacciones opuestas a una misma realidad: Cappa y Borghi están padeciendo un calvario al frente de los dos equipos más grandes del país. Más allá de lo futbolístico, Don Ángel y el Bichi tienen otro gran problema: la presión natural que significa entrenar a los dos conjuntos más populares de la Argentina parece haber modificado, momentáneamente o no, la personalidad de ambos.Ni Borghi ni Cappa son los mismos que eran en Argentinos y Huracán.
El caso de Claudio Borghi es uno de los más extraños de la historia del fútbol argentino: de alcanzar el éxtasis con el Bicho campeón a la depresión con este Boca que pulula por las canchas argentas en tan solo en cinco meses. En agosto de este mismo año, en una entrevista realizada por El Gráfico a ambos técnicos, Cappa definió al Bichi: "A pesar de ser muy joven lo noto equilibrado, sereno, seguro de lo que hace, así gane o pierda". Es verdad que al actual técnico Xeneize se lo nota tranquilo a pesar de las derrotas, es decir, no grita, no gesticula y no hace ademanes propios de una persona que ha perdido el rumbo. Sin embargo, a Borghi las derrotas y el Mundo Boca lo han transformado. La procesión definitivamente va por dentro.
Su sonrisa cómplice y sus chistes en conferencia de prensa fueron desapareciendo con el correr de las derrotas. La presión del presente Xeneize caló hondo en un Borghi que, tras la derrota en la tercera fecha frente a All Boys, ya se ponía plazos para presentar su renuncia en el escritorio del Presidente Amor Ameal. Y ante cada revés los rumores resurgían. Rumores que el mismo entrenador generó poniéndose plazos que nadie le exigió. Porque parece que esta vez los hinchas entendieron que un equipo como Boca, que hace tiempo que no es protagonista, debe ser refundado futbolísticamente. Y si el encargado de llevar a cabo ese proceso no es Carlos Bianchi, para el hincha Xeneize Borghi es uno de los candidatos a realizarlo. Para respaldar esta afirmación vale resaltar que no se han escuchado insultos ni reclamos para con el Bichi de parte de La 12.
Tras la derrota del último fin de semana frente a Lanús, parecía que el ciclo Borghi había llegado a su fin: "Mi día libre va a ser un día de mierda. Me cuesta seguir pero vamos a esperar un día para tomar decisiones. Es para pensar si vale la pena una vida así". declaró un abatido Bichi a la salida del vestuario. Sin embargo, después de hablar con sus allegados, su familia y los dirigentes, decidió continuar al frente del Xeneize. Su renuncia habría sido, inconscientemente, un espaldarazo para aquellos que priorizan el resultado y aniquilan proyectos por dos o tres malos resultados. Además hubiera sido también una contradicción importante de un hombre que prefiere encarar proyectos a traicionar sus ideas para conseguir resultados importantes. Si bien es cierto que los resultados no se le están dando, Borghi no es el máximo responsable de este pésimo inicio de campeonatos. Con un Boca ya afuera de la lucha por el campeonato, lo más saludable sería que el entrenador continúe al frente del equipo, implante definitivamente su esquema y su ideología y empiece a diagramar el modelo 2011, con el que sí deberá ser protagonista.
El calvario de Cappa en River es totalmente contrario en las formas al de Borghi en Boca, aunque termina siendo un calvario al fin. Es innegable que desde la llegada del ex técnico de Huracán ha habido una mejoría futbolística en el club Millonario. Pero a Don Ángel el Mundo River lo ha hecho modificar su personalidad y su discurso. Ya no es aquel entrenador que admitía las falencias de su equipo y no tenía problemas en declarar que su rival había sido superior. Ahora se dedica a buscar errores ajenos, a criticar a sus colegas y a atacar las formas de sus rivales.
Hoy en día Cappa ha perdido su esencia: parece que a partir de aquel fatídico 5 de junio de 2009 (en donde su Huracán perdió "la final" con Vélez) hubo un cambio en el entrenador Millonario. Desde que llegó a River, cada vez que salió a hablar en los medios, buscó un enemigo, un responsable de la derrota o el empate sufrido. Gane, pierda o empate, su River siempre es el mejor y dispara duras criticas para con los árbitros y los rivales. Al revés de lo que pregonan sus equipos, Cappa siempre está a la defensiva.
Se lo nota muy nervioso desde el banco de suplentes. La discusión que protagonizó el último fin de semana con el árbitro Sergio Pezzotta es digna de un hombre al que la situación lo ha sobrepasado. Nervioso, descontrolado, Cappa explota ante cada fallo que no le gusta, aún cuando sea correcto. La imperiosa necesidad de conseguir buenos resultados para sacar a River de la crisis no solo ha trastocado el discurso futbolístico de Cappa, sino que también ha modificado su accionar, perjudicial para la salud de un equipo con muchos jovenes que lo que menos necesita es tener en el banco de suplentes a un entrenador nervioso, desequilibrado y desbordado por la situación.
Ser entrenador de Boca y de River no es fácil. Borghi y Cappa, admiradores de los proyectos, se van dando cuenta lentamente. Todavía no han logrado adaptarse a dos Mundos muy complicados, en donde solo vale ganar a toda costa. Lamentablemente esa falencia conceptual no es exclusiva de los dos equipos más grandes de la Argentina, pero si es verdad que allí las presiones y las repercusiones de todo lo que se haga y diga serán mayores. Borghi y Cappa padecen y sufren en Boca y River, y se expresan de dos maneras diferentes ante un mismo calvario.
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