Aguantar, respirar y recordar
Es un momento difícil. Duro. Todos los enemigos futbolísticos disfrutan de esta desgracia ajena para ellos. La disfrutan y es comprensible. River es el club más grande de la Argentina y lo saben. Pero en este momento se encuentra destruido y de rodillas con la posibilidad de descender. Son miles los motivos y las razones por las cuales se llegó a esto, pero seguramente cuesta encontrar una respuesta que consuele a tanta impotencia y bronca. ¿Qué nos hicieron? Se deben preguntar todos los hinchas…
Se pueden buscar varios culpables. La lista es larga y comienza con Aguilar y su dirigencia, y la siguen varios otros como Passarella, los entrenadores de los últimos tres años y varios de los jugadores que pasaron durante ese tramo. Algunos más, algunos menos, aunque todos tengan su cuota de responsabilidad. Pero la mayoría pasaron y dejaron impregnado el dolor que desata la desazón y un sin fines de por qué. Dan ganas de recordarlos para, justamente, no olvidarlos y se hagan cargo al menos desde las palabras. Porque no lo van a remediar con hechos. Difícilmente así sea en el caso de muchos de ellos.
El hincha ve al actual equipo y lo nota sin ánimo, sin alma, sin juego, sin goles, sin nada. Se resigna ante cada partido en los cuales se dejaron pasar incontables chances de alejarse de la maldita Promoción. Pero el tiempo pasó, Lanús ganó en el Monumental y Quilmes no pudo darle esa bendita mano a River sacándole puntos a Olimpo. La bronca se agiganta cada día más y la preocupación es lógica porque los jugadores deben enfrentarse a Belgrano en 180 minutos a matar o matar. O morir…
Aunque los que aman al club saben que hay que esperar unos días. Mantener la calma como sea y darle algo de alivio a este plantel. Volver a apoyarlos como siempre. Y cuando consigan zafar de esta instancia, ahí será el momento de recordar a todas las sabandijas que descuartizaron a una institución tan prestigiosa en mil pedazos. Esta mancha es profunda y no debe olvidarse como si nada. Es el reflejo del dramatismo y la amargura. No fue una mancha más. Fue la peor de la historia.
Carrizo, Maidana, Ferrero, Román, Ferrari, Pereyra, Almeyda, Arano, Díaz, Lamela, Caruso, Pavone y quien juegue no quieren quedar en las páginas oscuras de River. Tampoco lo merecen porque son los que menos responsabilidad tienen del momento, a pesar de que no están exentos de esta debacle. Saben que hay que ganar y se van a romper el alma para conseguirlo.
Por eso mismo, los sufridos hinchas tienen que aguantar que pase esta injusta Promoción. Que el domingo puedan mirar aliviados al cielo y digan “Al fin Dios…”. Para luego, volver a acordarse de los principales culpables y advertir que esto no se puede repetir otra vez. ¿Y si se pierde? No… no va pasar eso. Van a ver…
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